1. |
Heterogénesis
02:38
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Heterogénesis
Cuatro sombras
cruzadas
pestañean
y arman
un juego de
cartas.
Irrumpe la
realidad:
fondo, forma,
anillo, dedo,
forma y fondo
otra vez.
Un círculo se
prende
al juego de
miradas
y
de los cuatro,
dos
se hablan
y se
callan
y se nacen
y se paren
y se distribuyen:
dos acá, dos allá.
Dos juegos de miradas
arman
la base
del mundo
como el mito
de los santos
que, pecaminosos,
sostienen con
su
renuncia
la misma
idea
de santidad.
Tres pares
de ojos
se desean,
y el par
que sobra,
reparte:
sobre las cartas,
la mesa.
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2. |
Arabesco
04:45
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Arabesco
Algún desubicado
Algún desubicado
postea
una imagen que se desentiende
de la barbarie
imperante:
una niña
en un día de sol
atropellando
las flores
con un vestido blanco.
Crece, ladera abajo, cuesta arriba, la escena:
una niña
en un escenario de pura inocencia
que arremete contra la naturaleza
y pone en vilo a toda otra cuestión
o directamente la suspende
y acomoda elegante su cuerpo
a eso del decir
materno o paterno
“aquí nuestra gloria
luminosa
en su primer cumpleaños”.
Y saludan
camino arriba
los usuarios
y comentan
que ese día de sol
será de enero o febrero
por la fuerza
con la que los rayos
tiran a mansalva
a todo aquel que se predisponga a lo vertical.
Tiran a mansalva,
ladera y cuesta,
a todo aquel tío o sobrino o familiar
para que se recueste
río en el borde.
Comentan que:
habrá pasado algo esa mañana de cumpleaños
y se habrá alimentado
a los animales
y se habrán saludado
a los dioses pretéritos
y se habrán
juntado
a todos los nombres
en una bolsa.
¡Salude usted a su dios!
¡Manténgalo convencido!
Cuesta, arriba y abajo,
mantener la inclinación o
levantar la sospecha.
Suscribo a la verdad, ahora, frente a la foto
de que las cosas que sucedieron permanecen invisibles
y que un montón de gente puede ahora estar jugando al fútbol
pero eso no implica estar en el mismo partido
o tomar,
diría lamborghini o martínez estrada,
del mismo mate.
Ladera-cuesta, habla:
cuesta imaginarse, porque es así,
a esta niña
con cualquier otra edad
y con cualquier otro vestido
en cualquier otra situación de esas que se dan al sur, al oeste.
Y que implican
necesariamente
la presencia
de los vestidos blancos o naranjas o celestes
que el tiempo cultiva
con la pereza del invierno.
Cuesta imaginarse,
ladera arriba, cuesta abajo:
por la espalda.
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3. |
Como moscas
02:57
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Como moscas
cae una línea
de la tarde
sobre el cable de palomas
en el medio de la plaza
y pone punto
a la cuestión
del ennegrecerse
del cielo.
Me habla
un amigo
con el aliento
repleto
de vino y porro
(los labios secos y
gigantes que
se mueven
lentos
tratando de dejar salir cada palabra
como una
piedra del riñón por la uretra);
me habla
el aliento de mi amigo
de los estudiantes
asesinados
y quemados
en cantuta,
y me dice
que pudieron reconocer
los nombres
porque
en lo abusivo del fuego
y de la muerte
en plena noche
quedaron íntegras
las llaves
de sus casilleros;
y así
se supo
lo que sabían
y no sabían,
lo que fumaban
o aspiraban
o bebían
al borde del río
con el canto del agua luchando contra
las piedras,
entre los montes
donde casi nunca llueve
y todo
está siempre
tan nublado...
¡La llave!
¡Sacando las caras y las pijas y las conchas y las tetas y los ovarios y los cuerpos cavernosos y las encías y los dedos y los alambres que unen a todo lo que se mueve y las uñas y los hígados y los pancreas quemados
y quedando
la pequeña llave
de un casillero!
Y me dice mi amigo que eso no es todo,
pero que no es momento
de sacar cuentas
ahora que el tiempo no es propicio
para ver ningún índice,
o leer ninguna novela,
o cantar por la noche con ninguna cama cerca,
o coger desesperados sólo por el gusto del sudor ajeno,
del olor a vida que se nos escapa del centro, de la bragueta, de la mitad de la cintura para abajo,
o cambiar una carta anónima o
mandarla, ahora no es el momento
me dice mi amigo,
porque saben dónde estamos
y no es la paranoia del porro
ni las consecuencias del vino
lo que habla:
es
la tarde
que se desploma venturosa
sobre el cable de palomas
que asustadas
se caen
como moscas.
Asustadas se caen:
como estudiantes.
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4. |
La centáurida
06:58
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La centáurida
Hay algo caprichosa en la manera en que las coas se dan
en esa tensa relación del mar y la espuma.
De la nube blanca y el azul.
Del sol y las estrellas que tapa con el día.
Hay algo caprichoso y cualquiera
podría suponer los deslices de una inteligencia amarga
a la cual nos atamos con nuestra culpa, con nuestra vergüenza,
con la manera caprichosa en que también, como los centauros, aspiramos a ser la mitad
que no es caballo.
Hay algo persecutorio en el modo en que pensamos
en que hay que escribir y contar algo,
en que hay que transformar el panfleto en poema,
o al revés.
O hay que contar que hoy nos pasó algo
que no es una infinita batalla,
que no es la guerra.
Porque esa es la pregunta que vale la pena hacerse ahora,
porque esa es la danza que alimenta la noche olorosa que se impone en el recuerdo,
el modo en que nos abandonamos,
mi corbata y la manera distante con la que hago el nudo sin mirar el reflejo.
¡Esa, la danza! ¡Esa! ¡Esa, la batalla! ¡Esa, la falsa asociación que cae como una embajada enemiga!
¡Ese! ¡Que se desplome mi nombre y sólo quede la mácula, la esencia, el polvo, la tiza, la forma que toma todo lo que tengo cuando no tengo nada!
¡Que venga mi último día a saludarme, a abrazarme, a felicitarme al oído o a vagamente putearme!
¡Que venga dispuesto mi último día a ser torrente y marea y noche olorosa del recuerdo!
Porque de mí, de mis secretos y de mis rostros y formas de mirar, de lo que me dijeron o dije, de todo lo que alguna vez escribí, de mí, de eso, sólo diré lo que soy, sólo confesaré lo evidente.
Medio bestia.
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I
No estoy orando
ni me entrego
si mi frente toca el suelo:
espero la señal.
A mí sí que me verán
de rodillas
ante la corte
en el estrado
frente a los jueces.
El fuego crece desde abajo
las llamas alcanzarán
la altura de los altares
de los corruptos.
Arriba
no tendrán dónde escapar
que griten
que pidan
que el eco sea
su última palabra.
Las cenizas en el viento
una idea de la nieve
un invierno sin frío
para nosotros,
los desterrados.
II
Tenés que cruzar,
tenés que ir
donde la montaña no existe
donde la bruma es infinita
y las estrellas fallan
donde los árboles
olvidaron su raíz
para siempre
no hay brújulas ni referencias
sos un caballo plateado
sobre la tundra
tu cara es el relámpago
vas a perderte
vas ser tu propio mapa.
Nadie va a encontrarte
a menos que vos lo quieras
a menos que sepan
tu verdadero nombre
y en el medio de la mañana
lo griten con una mariposa
en el paladar.
Caballo plateado
relámpago
Vas a relinchar
herirte los talones
vas a comerte un corazón
como ofrenda
vas a ser tu mapa
una espada suspendida en el aire
el filo sobre la cabeza
de quien corresponda.
I y II pertenecen a PIGNATARO, Gabriela Clara (2018). “Juana de la Tundra” en: Tundra. Buenos Aires: AñosLuz.
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5. |
Una copa a los fantasmas
08:22
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Una copa a los fantasmas
tiemblo
si no llego a cumplir
con
la obra
que no viene
o que no es:
como un parto arruinado,
como una pierna ortopédica,
como un hombre sin brazos y sin piernas
arrojado
al pleno sol.
Sobre corrientes
hay un eco del cementerio
de san martín
en donde hay abuelos que
acomodan
sus restos
a la inclemencia de la tierra
y la dejadez municipal;
el negocio de mármoles
con
fotos de viejos
o niños
o adolescentes
ya fallecidos
que hacen las veces
del ejemplo
para bien adquirir
la placa deseada
y dejar algo estable,
irresistible,
como un libro o un papel en un folio
en un cajón
con tus sellos
y tus marcas
desperdigadas
como municiones
sobre
un
campo
de
batalla,
digo,
como un jardín, digo éste, el jardín
aquel,
donde
el dolor
tuerce los extremos
de todas las flores.
vuelve el mismo sueño en plena vigilia.
Un niño
escapando de algún lado
perdido
en un bosque
oscuro
en donde
puntos amarillos
recuerdan la presencia
inexorable
de otra cosa;
eso
me recuerda
a:
punto primero:
el puñado de árboles de villa bosch en donde un borracho enterró el cadáver de su perro,
santuario al que
le iba a rezar
casi
todas las noches
como para iluminar
una caída
en el punto ancestral
donde se juntan
los recuerdos
de todos
los niños y niñas muertos
que se elevaron una noche
como esa o
ésta
en donde
pueden
ser
nombrados
alfabéticamente
como
los pedazos
de los autos
inmanejables;
troncos de madera falsa
fueron llevados al doctor
para que les saquen
el apéndice popular
de la memoria.
¡escuchen!
un niño
puede
sobrar
en el
plan
de la
natura
leza
pero
aquí no hay nada natural:
del saque
nadie
se acuerda
después de que pasó.
¡Escuchen!
no se lleven
a mis hijos
de aquí
que no tengo modo de ponerme en contacto
con esto que tenemos y que muy bien se puede
llamar:
“la lenta agonía de un poeta y su empleo en las bellas artes”.
¡Canten!
La exclamación sirve para poner en orden a toda
la
violencia
que aquí empezó a organizarse
en memoria.
¡Extirpen! ¡Rajen! ¡Avancen!
Las órdenes
conforman
el confuso patrimonio
de la deuda roja,
la deuda vinculante que tenemos
con los pedazos de mampostería
que se caen
de las casas que abandonamos rápido
y mudamos
en momentos separados.
cruzar una línea
o elegir
no cruzarla,
efectivamente
es un acto
de compromiso con la niebla.
Efectivamente es:
un acto de rebeldía.
No hay nada más valiente que ser inmaterial. Más ahora.
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6. |
Eliana Crossfade
03:50
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||
Eliana Crossfade
Mi hermana me ha
dicho
que hoy, en su casa,
la casa que era de
mi abuela
y en donde
ambos
crecimos;
me ha dicho,
ella,
que un espejo
se rompió
a la madrugada.
El ruido
de los
cristales rotos
la despertó
e interrumpió
su sueño,
suelto su
cuerpo
en una cama nueva
que ahora
porta
el olor de
otra famila.
Se levantó,
a medio
camino entre
la noche
y el día,
y juntó los
pedazos sueltos,
y guardó
retazos
de todas las caras
que alguna vez
se vieron
en la superficie
recta
de un espejo
regalado
-hasta donde
yo sé-,
y tiró
toda una historia
de surcos
a la basura
con el gesto piadoso
de
envolver restos
en papel de diario
para que nadie se corte.
Mi hermana sonríe
cuando se le
señala
el fatídico
destino
que le aguarda
a todo aquel al que se le rompa
un espejo.
Hace siete años
la vida de ambos
era
muy diferente:
¿cómo hubiese interpretado
nuestros caminos gemelos
si un espejo
se hubiese roto
en ese momento?
¿Contaría, en todo caso,
con
una excusa, eso
que, a veces, es todo lo que busco?
A la lenta
hora
de la
tarde
en donde nos juntamos
a hablar
de ciertos
detalles truncos,
mi hermana pasa
del espejo
a contarme cosas
que le sucedieron
el resto de los días.
Vale aclarar
que las cosas siguieron
después
como siempre,
sin nombre,
anécdotas pueriles,
fantasmas
ardientes que
nos
atormentan
con
su inclemente
necesidad
de la moraleja
aleccionadora
para bien vivir.
Pero no
hay que olvidare
del detalle
que sí importa
de todo esto
que supo pasarnos,
perdón,
que supo pasarle
a mi hermana
y sólo a ella:
en su casa,
con todo apagado,
un algo de nosotros cedió
y a la noche
se le rompió un espejo.
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7. |
Licor a leña
03:56
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||
Licor a Leña
En el medio.
En el medio de este frío
nadie espera que el vínculo
vuelva a tomar el mismo aliento que supo tener
en la suavidad
del verano abierto
y su coloración tornasolada.
Aromada de silencio la niebla de la mañana de inverno
está borrando el horizonte
del verano que en mí representabas.
Hay dudas que aprendimos a despejarlas cara a cara,
pero no tengo en claro si eran estas.
Si era saber muy dentro tuyo,
muy en el invierno e tu pecho,
en el verano,
muy en el margen de banderas sin estaciones
que te quedan muy, más adentro,
queda saber
cuánto de verdad hay
que no hayas comprometido por la rudeza de estos tiempos.
Por la certeza de ser profundos por superficiales.
Nos queda decir o escribir esto que todavía corre monocorde.
Nos queda decir lo mismo que nos dijimos
pero con una melodía más triste.
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BOGADOCUMAN Ciudad Autónoma De Buenos Aires, Argentina
BOGADOCUMAN es un dúo de música y poesía compuesto por Fernando Bogado y Gabo Cuman. Ambos buscan combinar bajo y letras
para producir un tercer objeto estético que beba de estos dos mundos pero que, al mismo tiempo, sea otra cosa. Fundadores del ciclo TERCER JUEVES. Acaban de lanzar su tercer álbum "Dentro del canto del jardín de cristal".
Foto: Rubén Ponce
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